[Medellín] Entre Emma Goldman y Rosa Luxemburgo: una revisión crítica a la Revolución Bolchevique

En 1917, la Revolución Rusa marcó un precedente a nivel histórico, siendo el punto
de partida para materializar la posibilidad de un mundo diferente al capitalista,
pero dicho experimento no resultó del todo bien, puesto que, tras mantenerse durante
varias décadas terminó sucumbiendo por una diversidad de factores que mediante
este escrito se apuntarán de manera periférica, haciendo un acercamiento a las
lecturas que tuvieron Rosa Luxemburgo y Emma Goldman sobre dicho proceso
revolucionario, considerando que los apuntes de dichas mujeres permiten evidenciar las
falencias y vitalidades que el proceso tuvo.

Elegir la lectura de estas dos mujeres, tiene como intencionalidades: primero, resaltar
que dentro de ese mar de reflexiones y posturas de corte revolucionario, las mujeres han
tenido un papel marginal, dada la posición hegemónica de los hombres, sobre todo
en el mundo academicista; segundo, al traer a colación los aportes de Luxemburgo y
Goldman, se puede afianzar la postura de una construcción de una sociedad distinta
a la imperante —en donde esta tarea no es sólo de hombres, sino por el contrario es
algo que compete a todas las personas—; y por último, los elementos que estas dos
militantes aportan para una crítica de manera contextual sobre aquellos problemas
que presentó la Revolución Rusa en sus primeros años.
En lo que se refiere a Rosa Luxemburgo, realizó una serie de críticas con respecto al
proceso revolucionario en Rusia, pero esto no significó que lo rechazara o tomara
distancia, por el contrario, sus comentarios tuvieron la intención de que dicho
proceso se fortaleciera. Un ejemplo de ello fue al señalar que una de las medidas a
tomar como posible primera instancia frente al problema de la tierra que se
encontraba concentrada en unas pocas manos, era la eliminación de la concentración
de la misma, para que pasara a manos del gobierno socialista, pero esto no
implicaba que la pequeña propiedad en mano de los campesinos fuese arrebatada
de manera violenta, sino que se le mostrara las ventajas de la cooperación y
explotación colectiva; además, se debía superar la división entre la industria y la
agricultura, un elemento distintivo de las sociedades burguesas, para suscitar una
integración y fusión recíproca que permitiera generar un desarrollo mutuo (idea que no dista de lo esbozado por Kropotkin en La Conquista del Pan, quien apuntaba a lo mismo).

Otro problema que denunció Luxemburgo, fue la supresión de las libertades
democráticas de las masas populares tales como el sufragio universal, la libertad de
prensa y reunión. Estas restricciones la realizaron los Bolcheviques para salvaguardar
la revolución de los ataques por parte de los reaccionarios, pero que terminó
degenerando en una especie de autocracia, bajo la cual se suprimieron todas las
disidencias que se mostraban críticas, siendo especialmente afectados quienes se
enmarcaron dentro de la corriente anarquistas al ser exterminados.
Hay que tener en cuenta que la militante alemana no creía en que la democracia y
sus libertades fueran infalibles, sino que por el contrario, reconocía que esta tenía
sus límites, al tener dentro de esa cáscara, la semilla de la amarga desigualdad y
sujeción social, pero más allá de eso, señaló que las clases trabajadoras debían llenar de un contenido más social, al poseer un potente correctivo en el movimiento de
las masas, además de darle un vitalismo a este, generando una participación más
directa que pueda transgredir las insignias anquilosadas esquemáticas y estériles de los partidos.

Por otro lado, las críticas de Emma Goldman, se centraron en la concepción
estatista de los bolcheviques, ya que esta tiende a concentrar, reducir y
monopolizar todas las actividades sociales, mientras que la naturaleza de la
revolución es, por el contrario, crecer, ensancharse y diseminarse en círculos cada
vez más amplios, dicha concepción contrasta cuando el proceso se restringe al
cambio violento de las condiciones sociales, ya que sólo se restringe al ámbito
puramente físico que involucra sólo la escena económica, política y el
reordenamiento social, mientras que para Goldman la revolución social implicaría
una transvaloración fundamental de los valores, no sólo sociales sino también
humanos.
Un tema que aún suscita tensiones en diversos espacios, es la correlación entre
medios y fines, Goldman apuntó que ninguna revolución puede triunfar como
factor de liberación a menos que los medios utilizados para llevarla a cabo sean
idénticos, en tendencia y espíritu a los propósitos que se desea alcanzar, debido a
que esta es la negación de lo existente, una protesta violenta contra la
inhumanidad de las personas hacia las personas y todas las esclavitudes que eso
conllevaría.
Los breves elementos esbozados sobre los planteamientos de Goldman y
Luxemburgo, permiten evidenciar que existen una serie de tensiones frente al qué
hacer en la revolución, ya que esta no se puede asumir de una manera restringida,
ligada a una concepción estatista, sino por el contrario debe de tener una vitalidad
que permite que se encuentre en movimiento, por ello desde lo que plantea
Luxemburgo, se necesita una participación más directa por parte de las masas,
siendo necesario no prescindir de las libertades de la democracia, sino llenarlas de
contenido social, pero esto por sí sólo no basta, siendo imperante desde la postura
de Goldman, que esas transformaciones que se proyectan sean parte de la
actualidad de los procesos, para que así se logre generar esa transvaloración de los
valores de los individuos que componen la sociedad.

Acción Libertaria Estudiantil,  Medellín.

Deja un comentario